miércoles, 5 de marzo de 2008

Entre la comprensión y la honestidad. Una cuestión de valores

Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa
Centro de Estudios en Comunicación y Tecnologías Educativas
César Correa Enríquez
Maestría en Valores para la Acción Educativa
Sede: FES Cuautitlán, Edo. de Méx.
Tutor: José Alfonso Espinosa Vázquez
Grupo: 02

“La búsqueda humana más importante es la de
esforzarse por la moralidad de nuestra acción.
Nuestro equilibrio interno y el de la existencia
dependen de eso. Sólo la moralidad en nuestras
acciones le puede dar belleza y dignidad a la vida.
Hacer de eso una fuerza viva y consciente es,
tal vez, la tarea principal de la educación”.
Albert Einstein


Hace unos meses había hecho un ensayo de sobre la propuesta se enseñar la comprensión de Edgar Morin en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999) y lejos de modificar esencialmente lo planteado en aquella ocasión, en este trabajo lo que hago es incorporar algunos elementos y reflexiones que aporta también la lectura del capítulo VII del mismo libro de Morin “La ética del género humano” y la de El Plagio en el Trabajo Científico, de Raúl Rojas Soriano (1992).
Decía en esa ocasión y ahora reafirmo, que la degradación ética que sufre en la actualidad la humanidad va en ascenso corrompiendo y acabando con la convivencia, la salud, la seguridad y la tranquilidad de los habitantes del planeta y generando nuevos problemas y enfermedades que se tienen que enfrentar con nuevas actitudes para reconstruir los valores perdidos y construir otros que orienten comportamientos individuales y colectivos.
El grado preocupante en que se encuentra dividida la humanidad en la actualidad es debido a que la convivencia familiar, social e incluso regional y entre naciones se está fragmentando en filosos pedazos y todo debido al ritmo de vida que se lleva, a las frustraciones que desencadenan en enfermedades, indiferencia, agresividad o muchas veces, en criminalidad.
Ante el actual cuadro planetario de debilidad ética humana, los profesionales de la educación, la comunicación y las humanidades han expuesto la necesidad urgente de planteamientos pedagógicos donde se enmarque la educación en valores éticos con modelos susceptibles de aprendizaje y que resuelvan conflictos morales reconocidos.
Y para comenzar a rescatar esos valores y llegar a una toma de conciencia de lo que Morín llama la Tierra-Patria, podemos dar inicio con tratar de comprender y aplicar en lo posible lo que propone de aprender y enseñar la comprensión, así como considerar uno de los más importantes y fundamentales valores humanos: la honestidad, que basada en la verdad, Raúl Rojas plantea desde el punto de vista intelectual.
El primero de estos planteamientos ético-pedagógicos lo hace el francés, Edgar Morin, quien señala que la labor de la educación del futuro debe estar basada en la enseñanza de la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.
Para Morin el comprender es un procedimiento humano que va más allá del simple aprendizaje intelectual pues requiere de empatía, identificación y proyección, que conlleve apertura, tolerancia, simpatía y generosidad en un proceso de aprendizaje y reaprendizaje permanente.
Para llevar a cabo este proceso, es necesario que la persona comience por la práctica mental del auto-examen permanente de sí misma, es decir, comprenderse así misma, porque si no puede hacer esto, no puede comprender a las demás personas, sus ideas, sus sentimientos y su visión del mundo.
Señala que se debe de educar no sólo para el respeto y la solidaridad a los niños mujeres y ancianos sino a todos los individuos, a sus creencias religiosas, a sus ritos, costumbres y libertades, venciendo todo tipo de egocentrismo y autojustificación que sólo llevan a la hipertrofia, la mentira, la falta de convicción, la deshonra y a la duplicidad, actos por demás contrarios a la convivencia éticamente humana.
Se debe enseñar la ética de la comprensión como un arte de vivir de manera desinteresada, con argumentos que refuten en lugar de excomulgar y anatemizar, comprendiendo antes de asumir la posición de juez en todas las cosas excusando y acusando porque la comprensión significa tolerancia para las ideas no para los insultos, agresiones y crímenes.

Comprensión entre individuos, culturas y pueblos

Morín sustenta que la enseñanza de la comprensión entre los individuos lleva a una comprensión entre las culturas y entre los pueblos, significando sociedades más abiertas y democráticas, porque la comprensión es a la vez medio y fin de la comunicación humana y puede contribuir a que las relaciones de los habitantes del planeta salgan de su actual estado bárbaro de incomprensión.
Claro que para ser comprensivos, primero tenemos que cultivar la tolerancia porque ésta supone una convicción de aceptación de las expresiones ideas y creencias contrarias a las nuestras. Ser tolerante en los cuatro grados que maneja Morin: el primero, referente a evitar imponer nuestras propias concepciones; el segundo cultivar el principio democrático nutriéndonos de las opiniones diversas y antagónicas a la nuestra; el tercero es respetar esas ideas antagónicas y el cuarto, la conciencia de la tolerancia cuando ésta es a favor de las ideas no de los insultos, agresiones o actos homicidas.
El investigador francés va más allá al plantear que el aprendizaje de la comprensión debe jugar un papel fundamental en el aprendizaje democrático porque las sociedades democráticas funcionan gracias a las libertades individuales y a la responsabilidad del individuo. Nos explica que en la democracia el individuo es ciudadano responsable que no sólo expresa sus deseos e intereses sino que es solidario con la ciudad. Por eso, dice que para una atropo-ética o ética propiamente humana, debemos trabajar por la humanización de la humanidad, obedecer la vida, guiar la vida; lograr unidad en la diversidad; respetar en el otro tanto la diferencia como la identidad consigo mismo; desarrollar la solidaridad, la comprensión y enseñar la ética del género humano.
Por otro lado, no podemos enseñar la comprensión sin antes aprenderla, sin aprender que tenemos que ser portadores de una moral ética que respalde nuestra honestidad intelectual. Y es precisamente a esta situación a la que hace referencia Raúl Soriano (1992) cuando explica que lamentablemente el plagio es una constante en los trabajos no sólo de estudiantes sino de investigadores, que lejos de ayudar y aportar algo al desarrollo de la educación, la están violentando, engañando al mundo y robando en demérito de la academia.
Entiendo a través de la lectura “El plagio en el trabajo científico”, que no sólo es intelectualmente deshonesto (lo llamaría también antiético) el que se roba las ideas, las frases, los conceptos de tal o cual autor, sino también lo es el que no se prepara, el que por ignorancia o falta de conocimiento no sabe cómo hacer una cita, hacer una referencia bibliográfica o no da crédito de ninguna forma a la fuente de la que obtuvo información.
También es deshonesto y antiético echar la culpa a otros de nuestros propios límites, no comprender los límites de algunos y aprovecharnos del trabajo de algunos más.
Luis Castro Leiva y Miquel Martínez (1997), en el documento de consulta presentado en la VII Conferencia Iberoamericana de Educación, señalan:
No es posible abordar un programa de educación en valores éticos sólo a través de la preocupación por el desarrollo singular de la personalidad y de las capacidades de autonomía, juicio y responsabilidad. Es necesario integrar tales objetivos y preocupaciones en un marco más amplio, el de la formación de personas capaces de comprender al otro, de respetar el pluralismo, la comprensión mutua y la paz, y, además, formadas en niveles de excelencia en el conocer y el hacer.

Escasez de respeto, verdad y justicia

Puede ser viable la propuesta de Morin si también tomamos en cuenta los planteamientos de Castro y Martínez en el sentido en que se necesita un cambio sustancial en los proceso de aprendizaje y en la función de los profesores orientada a la preparación de personas competentes, no sólo en su ejercicio profesional sino en su forma de ser y de vivir, guiados por criterios de respeto, solidaridad, justicia y comprensión. Esto quiere decir que la formación de los profesores en la enseñanza de valores éticos redituará en la personalidad moral de los educandos desarrollando, como dicen los autores mencionados: “…autoconocimiento, autonomía y autorregulación, capacidad de diálogo, capacidad para transformar el entorno, comprensión crítica, empatía y perspectiva social, habilidades sociales y para la convivencia, razonamiento moral”. Además será más viable y completa si retomamos los consejos de Rojas Soriano para evitar a toda costa y en cualquier acto de nuestra vida académica y profesional, el plagio.
Enseñar la comprensión que plantea Morin como uno de los valores éticos en y para la educación, no se circunscribe solamente a la enseñanza maestro-alumno, ni mucho menos sólo al salón de clases, sino que va más allá. Es una educación ética que comprende al individuo en sí, a la familia, la sociedad y las naciones, por lo que se requiere de acciones pedagógicas que aprovechen todos los recursos dentro y fuera de las escuelas desde la educación básica hasta la profesional para convertir ese conocimiento en una forma de vida más justa y solidaria y en la que hay que accionar de manera social y utilizar creativa y adecuadamente la Tecnología de Información y Comunicación, que es por demás decirlo, ha contribuido a una deshumanización.
Si como dice Ana García-Valcárcel (200?) “…hay cierta unanimidad en recomendar la introducción de las nuevas tecnologías en los centros educativos con la intención de formar al profesorado y al alumnado en el dominio técnico de aparatos y en el desarrollo de ciertas competencias (búsqueda de información, selección, aprender a aprender…) relacionadas con los nuevos medios”, para hacer uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), en beneficio de la educación y principalmente para llevar a cabo una educación para la comprensión, se requiere no solo de la claridad de valores garantes de la moral humana y de solidaridad intelectual, sino de un despliegue constante de creatividad que provea de recursos imaginativos y pedagógicos.
¿Por qué un constante despliegue de creatividad?, porque creo que sin creatividad resulta más complicado lograr el objetivo de transmitir, enseñar y hacer sentir valores éticos como la comprensión y la solidaridad y que son fundamentales para llevar a cabo una educación para y en la comprensión. Si bien se han logrado transmitir sentimientos y sensaciones a través de los medios de comunicación (quién no ha llorado o reflexionado con una película, que puede ser un principio para la comprensión, por ejemplo), es necesario reconocer que se requiere de una actualización constante, no sólo cognitiva y de conocimientos comunicacionales técnicos, sino de un constante replanteamiento pedagógico y del comportamiento humano para que la enseñanza de valores éticos a través de los medios de información y comunicación se logre.
Actualmente estamos sufriendo una escasez de respeto verdad y justicia, hemos incomprendido, viciado, mal interpretado, perdido esos valores fundamentales. La mentira se ha vuelto una costumbre en la vida diaria, un engaño de nuestra propia vida, el respeto ha sido pisoteado, hundido, humillado y la justicia se ha extraviado en un mar de interpretaciones legales, corrupción e impunidad. Es hora de hacer algo. Empecemos por nosotros mismos, nuestras familias, amigos, compañeros. Rescatemos los valores éticos y llevémoslos a la práctica diaria en nuestra vida, en todo momento, en todo instante en cada acción.




Referencias:

Buscarais, Ma. Rosa; Educar para la solidaridad. Recuperado en febrero de 2008 de: www.oei.es/valores2/boletin8.htm

Castro Leiva, Luis y Martínez Miquel. Educación y valores éticos para la democracia. Recuperado en febrero de 2008 de: www.oei.es/viiciedoc.htm

García-Valcárcel Muñóz Repiso, Ana. Educación y tecnología, Recuperado en febrero de 2008 de: http://web.usal.es/anagv/arti1.htm

Huaquín, Héctor; Ética y educación integral. Recuperado en febrero de 2008 de: www.bu.edu./wcp/Papers/Educ/EducHuaq.htm

Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, capítulo: VI “Enseñar la comprensión” y VII “La ética del género humano”. Traducción de mercedes Vallejo Gómez, editado por la Organización de las naciones Unidas, octubre de 1999, p. 47-53

Rojas Soriano, Raúl. “Formación de investigadores educativos”, Editorial Plaza y Valdés, México 1992.
Savater, Fernando; Ética para Amador; Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.; Trigesimoquinta reimpresión, enero del 2000.


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